
Había una vez un hombre llamado ¨Vela¨ que, cansado de las tinieblas y oscuridad que le rodeaban su existencia, se quiso abrir a la luz. Ese era su deseo, su ambición: ¡recibir luz!. Tener luz.
Un día, ¨la luz ¨ llegó con su presencia contagiosa y lo iluminó, lo encendió y Vela, se sintió feliz por haber recibido la luz que había vencido las tinieblas y le daba seguridad a su corazón.
Pero muy pronto se dio cuenta de que el haber recibido la luz, constituía no sólo una alegría, sino también una fuerte exigencia. Sí, tomó conciencia de que para que la luz perdurara en él, tenía que alimentarle desde el interior, tenía que derretirse a diario, tenía que consumirse permanentemente.
Entonces poco a poco fue sintiendo alegría, aunque sufría un poco. Iba entendiendo que su misión era consumirse para poder prestar el servicio de la luz y aceptó con fuerte conciencia su nueva vocación.
Es verdad que a ratos pensaba que hubiera sido más cómodo no haber recibido la luz, pues en vez de un diario derretirse, su vida hubiera sido un ¨estar ahí¨ tranquilamente.
Y hasta tuvo la tentación de no alimentar más la llama, de dejar morir la luz, para no sentirse tan molesto, para no tener que estar atendiendo a las personas que lo buscaban para que diera luz.
También se dio cuenta de que en el mundo, existen muchas corrientes de aire que buscan apagar la luz. Y a la exigencia que había aceptado, de alimentar la luz desde el interior se unió la llamada fuerte a defender la luz de ciertas corrientes de aire que circulan por el mundo.
Más aún, su luz le permitió mirar más fácilmente a su alrededor y darse cuenta de que existen muchas velas apagadas: unas porque nunca habían tenido la oportunidad de recibir la luz, otra por miedo a derretirse ... y las de más allá porque no pudieron defenderse de algunas corrientes de aire. Y se preguntó muy preocupado ¿Podré yo encender otras velas?
Y pensando descubrió su vocación de apóstol de la luz.
Entonces se dedicó a encender velas, de todas las características,
tamaños y edades, para que hubiera mucha luz en el mundo.
Cada día crecía su alegría y su esperanza porque en su diario consumirse,
encontraba por todas partes velas:
Velas viejas
Velas hombres
Un día, ¨la luz ¨ llegó con su presencia contagiosa y lo iluminó, lo encendió y Vela, se sintió feliz por haber recibido la luz que había vencido las tinieblas y le daba seguridad a su corazón.
Pero muy pronto se dio cuenta de que el haber recibido la luz, constituía no sólo una alegría, sino también una fuerte exigencia. Sí, tomó conciencia de que para que la luz perdurara en él, tenía que alimentarle desde el interior, tenía que derretirse a diario, tenía que consumirse permanentemente.
Entonces poco a poco fue sintiendo alegría, aunque sufría un poco. Iba entendiendo que su misión era consumirse para poder prestar el servicio de la luz y aceptó con fuerte conciencia su nueva vocación.
Es verdad que a ratos pensaba que hubiera sido más cómodo no haber recibido la luz, pues en vez de un diario derretirse, su vida hubiera sido un ¨estar ahí¨ tranquilamente.
Y hasta tuvo la tentación de no alimentar más la llama, de dejar morir la luz, para no sentirse tan molesto, para no tener que estar atendiendo a las personas que lo buscaban para que diera luz.
También se dio cuenta de que en el mundo, existen muchas corrientes de aire que buscan apagar la luz. Y a la exigencia que había aceptado, de alimentar la luz desde el interior se unió la llamada fuerte a defender la luz de ciertas corrientes de aire que circulan por el mundo.
Más aún, su luz le permitió mirar más fácilmente a su alrededor y darse cuenta de que existen muchas velas apagadas: unas porque nunca habían tenido la oportunidad de recibir la luz, otra por miedo a derretirse ... y las de más allá porque no pudieron defenderse de algunas corrientes de aire. Y se preguntó muy preocupado ¿Podré yo encender otras velas?
Y pensando descubrió su vocación de apóstol de la luz.
Entonces se dedicó a encender velas, de todas las características,
tamaños y edades, para que hubiera mucha luz en el mundo.
Cada día crecía su alegría y su esperanza porque en su diario consumirse,
encontraba por todas partes velas:
Velas viejas
Velas hombres
Velas mujeres
Velas jóvenes
Velas recién nacidas
Velas jóvenes
Velas recién nacidas
REFLEXIÓN
Próximas a finalizar este curso es importante que dediques parte de tu tiempo para hacer una autoevaluación.
1. Reconoce LOS MOMENTOS en los que has dido LUZ u OSCURIDAD en tu casa y colegio.
2. ¿Qué propósitos puedes plantearte para culminar este curso?
3. Retomando palabras del cuento anterior qué significa para ti la frase: "hay que derretirse a diario, hay que consumirse, para ser luz?