Pilosas 14
Había una vez un campesino que con gran esfuerzo y mucho tiempo construyó una grande y confortable mansión. Cierto día salió para un largo viaje y se la dio a sus cuatro hijos para que vivieran en ella.
El primer hermano que entró en la casa ocupó todas las habitaciones del piso de arriba para él mismo. La primera hermana que entró tomó todas las habitaciones de abajo para ella.
Los dos tuvieron largas discusiones y argumentaciones porque cada uno quería toda la casa para si mismo. Cuando el segundo hermano y la segunda hermana llegaron, ya no quedaban habitaciones libres para ellos.
"Como soy muy amable", dijo el primer hermano al más joven, "te dejaré una de mis habitaciones si realizas todo el trabajo en el campo y cultivas todos los alimentos".
"Yo también soy muy amable", dijo la primera hermana a la más joven, "así que yo te daré una de mis habitaciones
si cocinas siempre, limpias la casa y lavas la ropa".
Por supuesto, las habitaciones eran las más pequeñas entre las muchas de la gran mansión, pero el
hermano y la hermana más pequeños no tenían otra opción si querían un tejado sobre sus cabezas. Por eso trabajaban todo el día cultivando el campo, cocinando, limpiando y lavando. Ellos sabían que esto no era lo que su padre hubiera querido para ellos cuando construyó la gran y confortable mansión, porque él quería a sus cuatro hijos de la misma manera. Pero el trabajo era tan duro que estaban demasiado cansados para quejarse a su hermana y a su hermano mayores.
Cuando la hermana mayor vio que la más joven cogió catarro porque su ropa era fina y estaba gastada, ella le dijo: "te daré mi abrigo negro que se me ha quedado pequeño. Seguro que mi padre estará satisfecho de mi amabilidad".
Después de muchos meses, un día, cuando nadie le esperaba, el campesino llegó a la mansión.
.... TERMINAR EL CUENTO
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