José, un joven y exitoso ejecutivo
paseaba a toda velocidad en su auto Jaguar último modelo, sin ningún tipo de
precaución. De repente sintió un estruendoso golpe en la puerta, se detuvo y al
bajarse vio que un ladrillo le había estropeado la pintura, carrocería y
vidrio de la puerta de su lujoso auto. Se subió nuevamente, pero esta vez lleno
de enojo, dio un brusco giro de 180 grados; y regresó a toda velocidad al lugar
donde vio salir el ladrillo que acababa de desgraciar lo hermoso que lucía su
exótico auto.
Salió del auto de un brinco y agarró por los brazos a un chiquillo, empujándolo hacia el auto estacionado, le gritó a toda voz: "¿Qué rayos fue eso?, ¿Quién eres tú?, ¿Qué crees que haces con mi auto?". Y enfurecido, casi botando humo, continuó gritándole al chiquillo: "¡Es un auto nuevo, y ese ladrillo que lanzaste va a costarte muy caro?!, ¿Por qué hiciste eso?". "Por favor, señor, por favor. ¡Lo siento mucho!, no sé qué hacer", suplicó el chiquillo. "Le lancé el ladrillo porque nadie se detenía"... Las lágrimas bajaban por sus mejillas hasta el suelo, mientras señalaba hacia alrededor del auto estacionado. "Es mi hermano", le dijo. Se descarriló su silla de ruedas y se cayó al suelo... y no puedo levantarlo". Sollozando, el chiquillo le preguntó al ejecutivo: "Puede usted, por favor, ayudarme a sentarlo en su silla?, está golpeado, y pesa mucho para mí solito...soy muy pequeño".
Visiblemente impactado por las
palabras del chiquillo, José tragó grueso el taco que se le formó en su
garganta. Indescriptiblemente emocionado por lo que acababa de pasarle, levantó
al joven del suelo y lo sentó nuevamente en su silla; y sacó su pañuelo de seda
para limpiar un poco las cortaduras y las heridas del hermano de aquel
chiquillo tan especial. Luego de
verificar que se encontraba bien, miró al chiquillo y este le dio las
gracias con una sonrisa que no tiene posibilidad de describir nadie...
"DIOS lo bendiga, señor...y muchas gracias" le dijo. José vio cómo se alejaba el chiquillo empujando trabajosamente la pesada silla de ruedas de su hermano, hasta llegar a su humilde casita.
"DIOS lo bendiga, señor...y muchas gracias" le dijo. José vio cómo se alejaba el chiquillo empujando trabajosamente la pesada silla de ruedas de su hermano, hasta llegar a su humilde casita.
José aún no ha reparado la puerta del
auto, manteniendo la hendidura que le hizo el ladrillazo... para recordarle el
no ir por la vida tan de prisa que alguien tenga que lanzarle un ladrillo para
que preste atención.
REFLEXIÓN PERSONAL Y GRUPAL
1. ¿Qué Derechos
Fundamentales nos pide reconocer esta historia?
2. ¿En la vida diaria
a qué das más importancia? ¿A las cosas, a las personas? Por qué?
3. ¿Cómo reconocer los
derechos, la dignidad de las estudiantes que de alguna u otra manera son
discriminadas en nuestro salón de clase?
¿Pueden
formular un compromiso, cuál? escríbanlo, háganlo visible en el salón de clase.
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