Tras muchas décadas sin verse, dos exprisioneros que se habían conocido en un campo de concentración nazi se reencontraron inesperadamente en una plaza pública. Tras darse un fuerte abrazo, decidieron tomar un cafecito para conversar un poco sobre sus vidas.
- No fue bueno ni fue justo – contestó con voz moderada – pero ya salimos de eso y luego se nos abrieron muchas puertas y oportunidades que supimos aprovechar. Empecé con un pequeño negocio que fue creciendo, y ahora mis hijos están a cargo de la empresa que tiene locales en cinco países.
- Claro, claro – interrumpió nuevamente el primero – pero insisto que no tenían el derecho de encarcelarnos, de apartarnos de nuestras familias, de quitarnos nuestras vidas, de …
Mientras seguía despotricando de los nazis y de lo mucho que sufrieron, su compañero se quedó en silencio, viéndolo con compasión. Finalmente, cuando un sorbo de café brindó un breve silencio entre los dos, comentó:
- ¿Sabes?, hace más de cuarenta años terminó la guerra, los nazis fueron perseguidos y juzgados, y lo más importante es que dejaron de gobernar en su país, pero Tú, mi querido amigo, Tú sigues siendo prisionero de los nazis, ellos ya no están, pero Tú continúas viviendo en sus cárceles.
No hacen falta ejemplos tan drásticos para darse cuenta de que muchas veces nos ocurre lo mismo. El enojo, la ira, el rencor y el odio nos convierten frecuentemente en prisioneros de la otra persona, incluso sin que ella misma lo sepa. Por alguna circunstancia, con o sin razón de peso, acumulamos en nuestro corazón enojo, rencor y hasta odio hacia alguien. Cada vez que pensamos en ello nos amargamos, nos ponemos de mal humor y perdemos nuestro equilibrio emocional. Ni hablar de cuando esa persona se nos cruza en el camino, entonces se nos revuelven todas las entrañas. Mientras todo eso ocurre en nuestro ser, el otro vive tranquilamente sin enterarse ni afectarse por nada. En realidad con eso le estamos entregando al otro poder sobre nuestra vida emocional, un poder que el otro no ha pedido, ni se merece, y muchas veces ni siquiera conoce de su existencia.
Guardar enojo, ira, rencor y odio en nuestro corazón normalmente no perjudica al otro sino a nosotros mismos, ya que son como un botón de autodestrucción de nuestro espíritu.
INTERIORIZANDO:
1. Te invitamos estos días de CUARESMA a vivir tu VIDA A EJEMPLO DE JESUSCRISTO.
2. ¿Pregúntate qué cosas, recuerdos, personas, sentimientos etc. Debes perdonar, sanar, olvidar, para vivir EN LIBERTAD Y EN PAZ contigo misma, con Dios?
3. Revisa si a ti no te sucede algo parecido a la historia anterior, ACEPTAS a todas tus compañeras, te consideras superior a ellas?
4 comentarios:
Me pareció muy interesante la lectura ya que nos enseña a ser personas muy tolerantes, que no debemos dejarnos llevar por el odio,por el rencor, porque nos afecta a nosotras mismas en el sentido emocional,social y psicológico.
En la lectura se puede ver el caso de que a pesar de que los nazis le hayan violado un o unos derechos este personaje hace ya muchos años, el todavia guarde odio y rencor en su corazón hacia ellos, a pesar de haber sido del pasado, recuerda con rencor todo aquello.
En cambio si somos tolerantes, positivos, esntusiastas, optimistas... podremos llegar muy lejos y alcanzar nuestras metas a pesar de las dificultades, pensando en que le presente es presente, el pasado fue pasado y ya no hay nada que hacer para remediar lo ocurrido hace mucho tiempo porque hay que pensar en el hoy y no en el ayer.
NOMBRE:Erika Andrea Pulido N.
CURSO:803 J.M
Pues interesante porque es algo cotidiano que uno ni puede estar en paz mientras que el otro vive feliz y uno amargado y en el colegio es muy cotidiano entre compañeras cuando una no le presta o la trata mal uno vive en rencor y ablando mal de esa persona y ella feliz y uno dentro de su corazón bravo y arrugado por eso es mejor perdonarlo y esa persona algún día se arrepentirá por perder tu amistad
La historia me parece muy interesante ya que me lleva a reflexionar sobre mi vida y comprender que debo estar en libertad y paz al igual que con Dios .
Si en algún momento tenemos alguna indiferencia con otra persona deberíamos dialogarlo y no reaccionar de una manera agresiva ya que poco a poco nos convertiríamos en enemigas y dañaríamos nuestra paz interior, teniendo rencor con personas que quizás tienen una forma de ser especial y que simplemente por un inconveniente dejemos de conocerla realmente.
Att: Caroline Sánchez
Publicar un comentario